DUBLÍN EN MI CORAZÓN

Categoría: Noticias
Publicado el Lunes, 17 Julio 2017 16:53
Escrito por jeronimo
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Vida a bordo, 15 de junio de 2017

El 15 de junio nos levantamos con el gusanillo de que tocaba despedirnos del puerto que para muchos, ha sido el mejor del crucero. Y es que nunca pensé que cinco días darían para tanto…

El primer día de puerto, como de costumbre, recibimos a bordo al Embajador de España en la República de Irlanda. Ya por la tarde pudimos disfrutar de una calurosa recepción, donde conocimos gente increíble y que, como en todos los puertos, les apasiona nuestro viaje. Después de la recepción, aprovechando que era de noche, salimos a conocer la ciudad.

"Temple Bar" era el barrio por excelencia. Tanto de día como de noche, siempre te encontrabas gente dispuesta a disfrutar de una pinta y música en directo. Y como los españoles somos gente risueña y los irlandeses también, hicimos buenas migas desde el primer momento.

El segundo día, algunos tuvimos la oportunidad de visitar la fábrica de la famosa cerveza irlandesa "Guinness". Tanto para los que son aficionados a la famosa cerveza negra, como para los que,como yo, no lo somos; es una visita obligada. Al que no haya ido nunca a una fábrica de cerveza se lo recomiendo. Te explican la historia de la cerveza, te enseñan el proceso de elaboración y por supuesto; al final hay una cata.

Ya el lunes tuvimos la oportunidad de visitar las sedes europeas de Facebook y Google. Nos dividimos en dos grupos y a mí me tocó ir a Google. Nada más entrar me quedé asombrado con las instalaciones. Aunque después del impacto inicial me di cuenta que tampoco varía tanto su trabajo del nuestro. Si su edificio es espectacular, también lo es el velero más bonito del mundo.

Alardeaban de tener un gimnasio en el edificio, nosotros también tenemos uno a bordo (aunque admito que algo más pequeño). Que ellos tenían piscina, nosotros el océano. Nos contaban que ellos no tenían un horario de trabajo fijo, pero nosotros tenemos nuestras guardias todos los días.

Ahora bien, es de admirar su ilusión por el trabajo, parecida a la nuestra. Por la tarde, tras el cambio de amarradero (cambiamos el lugar de atraque del barco por otro más céntrico), ellos vinieron a ver nuestro barco. Era su turno de quedarse boquiabiertos. Dos mundos muy distintos pero igual de impresionantes.

El último día tuve la oportunidad de salir de la ciudad y adentrarme en el “country side” irlandés. Acabamos cruzando la frontera de Irlanda del Norte (aunque ya no hay barreras) y llegamos hasta la costa norte. Conocimos la calzada del gigante para después parar en Belfast. Una ciudad que hace no mucho era un foco de violencia y odio, ahora vive en paz y prosperidad.

Mientras tanto, un grupo de Guardiasmarinas jugaban un partido de fútbol contra un equipo de militares irlandeses. Fue un partido muy disputado, donde “la Rojita” lo dio todo y los irlandeses demostraron que además de jugar al rugby, se defienden más que bien en este deporte. El resultado es lo de menos ya que siempre se busca estrechar lazos. Ganamos 2-1.

Decían los lugareños que tuvimos mucha suerte con el tiempo, solo nos llovió el primer día. El resto del tiempo hizo bueno (que en Irlanda quiere decir que no llueve) e incluso el sol se asomó a saludarnos.

No dio tiempo para más. Cuando quisimos darnos cuenta de lo bien que lo pasamos estos días, apenas se distinguía la ciudad en el horizonte…