LA VIDA EN CUBIERTA, ACTIVIDADES, DESCANSO Y APRENDIZAJE MARCAN LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA NAVEGACIÓN DEL "ELCANO" EN SU TRÁNSITO DESDE SANTO DOMINGO A NUEVA YORK

Categoría: Noticias
Publicado el Viernes, 09 Mayo 2014 11:22
Escrito por jeronimo
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Expectantes y llenos de curiosidad comienza un fin de semana más a bordo de este buque-escuela, con todas sus peculiaridades y vicisitudes por la proa y sin dejar de aportar cosas distintas, sobre todo nuevas experiencias de las que aprender y disfrutar en la mar.

Transcurre el viernes con ganas de que llegue el esperado fin de semana. Las clases y trabajos se han hecho largos tras la estancia en puerto, y es que ¡vaya estancia caribeña más grata hemos tenido…!

Santo Domingo fue sin duda un lugar para haberse “despistado” y no haber llegado a la partida del buque. La cultura dominicana, tan parecida a la nuestra por sus ancestrales raíces españolas, no decepcionó a nadie y el trato recibido fue más que excelente. Tanto nuestros recién hechos amigos de la Casa de España y de la Embajada como el resto de la colonia española allí asentada nos mostraron su agradecimiento por la visita y, sin embargo, somos nosotros los que una semana después no podríamos estar más agradecidos.

Así pues, tras los trabajos y clases por la tarde el viernes casi llega a su fin. Después de la cena se emite una nueva edición del “Telecano” por el circuito interno de televisión; parece que hoy veremos personajes nunca imitados hasta el momento. Los Guardiasmarinas ya son parte total de este barco y muestra de ello es que, siempre con un toque de humor, caracterizan a oficiales, suboficiales y marinería de a bordo, e incluso algunos de ellos colaboran en la realización. Parodian no sólo aspectos de su condición de alumnos, sino también de la vida a bordo en general. Tras el vídeo uno puede ya dar por sentado que es fin de semana y, en la medida de lo posible, toca descansar.

A las 11 de hoy sábado comienza la Carrera popular “12 horas Elcano”, cuyo fin inicial era batir la marca que ya hicimos en la primera edición, allá por febrero, durante la primera fase del crucero. La original duró 24 horas, pero en esta ocasión la desfavorable previsión meteorológica obligó a acortar su duración a sólo 12 horas. Un total de 137 voluntarios, alumnos y dotación, logramos correr mediante relevos continuos de 5 y 10 minutos a lo largo de las 12 horas un total de 161 km: ¡todo un éxito!, y el objetivo de superar la marca de la primera carrera conseguido. Las caras de satisfacción y alegría se reflejaban en todos los que, a ritmo de “Carros de Fuego” en directo gracias a la banda de música,  animábamos al Cabo Jesús Paz y al Guardiamarina Lorenzo Piñeiro en el último relevo de la carrera, elegidos por sus compañeros para completar el éxito.

Conseguimos el reto, batir nuestra marca y, lo que es más importante, lo hicimos todos juntos, como un gran equipo, y no sólo gracias a los corredores: el personal que continuamente dio ánimos durante la carrera fue tan partícipe como el resto, ya que sus gritos y aplausos de aliento hicieron seguro subir el ritmo de los corredores.

Por la tarde los alumnos francos suben al trinquete para cargar y aferrar las velas de la cruz. Hace un día magnífico, sol y temperatura cálida, y una brisa que acompaña, aunque parece que el buen tiempo no durará mucho.

Lo adelantan los Guardiasmarinas de guardia de meteorología: durante la noche y la jornada del domingo nos pasará un frente frío. Como bien explican, el fenómeno traerá consigo que el viento arrecie, alcanzando intensidades respetables en muy poco tiempo, y vendrá acompañado de descarga de lluvia. Los Caballeros y Damas Alumnos de guardia de derrota hacen buen uso del trabajo de sus compañeros y recomiendan cargar velas altas y preparar el buque.

A lo largo del día, Comandante y oficiales constatan la información y certifican la recomendación de los alumnos. Están ya en la fase de responsabilidad y cada vez tienen mayor implicación en las decisiones del barco, convirtiéndose poco a poco en parte imprescindible. Tras varios meses de navegación, se les ve cómo se van quitando el apellido de “alumnos” y comenzamos a verlos como “jóvenes oficiales”. 

El domingo amanece tranquilo, con cielos encapotados y poco viento. La mar como un plato y la paz por cubierta hacen presagiar “la calma antes de la tempestad”.

A las diez de la mañana se celebra la Misa en el alcázar, y apenas da tiempo a recoger porque el chubasco se nos viene ya encima. El viento aumenta de intensidad repentinamente y nos obliga a cambiar de rumbo para bajar el viento relativo. En unos instantes, la guardia ejecuta las órdenes del puente sin demora, arrancan el motor, cargan el contrafoque y abren las velas. La maniobra se hizo rápida, y en poco tiempo estábamos ya intentando recuperar el rumbo al norte. Esta actitud es vital en el personal de guardia ya que ante una situación de riesgo, aunque la mayoría del barco esté franco descansando, depende de sólo unos pocos el tomar las acciones necesarias que evitar que se convierta en una situación de peligro. Y es que en la mar, y más en un barco de vela, con lo “caprichosa” e impredecible que a veces es la meteorología, hay que estar siempre preparado para actuar.

La guardia de cubierta ha de mudarse y ponerse la ropa de aguas sin tardanza, pues la cortina de agua es tan densa que incluso limita la visibilidad. En pocos minutos el personal acaba calado de agua hasta los huesos, pero pronto amaina el viento y la situación recupera la normalidad.

No hay tormenta que no escampe, como dice el refrán, y después de comer sale un sol radiante que permite disfrutar  del domingo por la tarde en cubierta.

Finaliza así un fin de semana en el que hemos tenido oportunidad de hacer vida en cubierta, descansar y aprender cosas que sólo se viven aquí, en un Crucero de Instrucción. A pesar de las guardias y las labores y obligaciones de cada uno, que sea día festivo en la mar o no son siempre constantes, hemos de valorar la suerte que tenemos por estar a bordo, ya que al final lo que nos quedaran serán esos buenos ratos y las experiencias vividas y, si somos capaces de aceptar los inconvenientes con mejor cara, sin duda seremos dueños de un tesoro imposible de tasar. 

El comienzo de la semana se hace un poco lento, el fin de semana ha sido activo y cuesta retomar la rutina de los días laborables. Sin embargo, todos tenemos en el punto de mira el puerto de Nueva York al final de la semana, y la visita a una ciudad como ésta es un poderoso estímulo.

Con el transcurrir de la semana a bordo nos damos cuenta de que, como si de un péndulo se tratase, tras un pequeño empujón las primeras singladuras, cogemos el ritmo del buque y todo vuelve al compás que llevábamos hace unos de días. Es curioso, pero a todos los niveles nos hemos acostumbrado a las guardias, trabajos, y peculiaridades de este buque: en cualquier momento “se inclina” el suelo o se escuchan “pitidos” por cualquier rincón de cubierta, sin que ello nos sorprenda.

No obstante, a pesar de que el "Elcano" tiene su rutina y sus costumbres, como no podía ser de otra forma después de cumplir 87 años, son esos detalles tan especiales los que hacen de la experiencia de navegar aquí algo excepcional.

En este tránsito, por ejemplo, contamos a bordo con un equipo de periodistas civiles realizando un documental del crucero y la vida a bordo del "Elcano". Dos de ellos ya estuvieron con nosotros en el tránsito de Cádiz a Tenerife, y en poco tiempo parece que la presencia de una cámara en nuestras actividades forma parte ya de la rutina.

Y es que como los periodistas, también los músicos, los profesores de la Escuela Naval, los comisionados, y cómo no, los Guardiasmarinas, son "Elcano". Tras varios meses de navegación ya es imposible hacer distinción entre los que preparamos el crucero desde septiembre y los que embarcaron para salir a la mar. Todos formamos una gran familia en la que el roce, la fatiga de la mar, la alegría de los buenos momentos han favorecido una cohesión fortísima entre los compañeros, digna de recordar siempre y hacer que, con ella, este buque siempre tenga un hueco no sólo en nuestra memoria, sino también en nuestro corazón.