LOS ALUMNOS EMBARCADOS EN EL "JUAN SEBASTIÁN DE ELCANO" COMIENZAN LAS CLASES TEÓRICO-PRÁCTICVAS, PARTE ESENCIAL DEL ADIESTRAMIENTO A BORDO. TODO ELLO, CUANDO EL BUQUE-ESCUELA AVISTA LA BAHÍA DE CAGLIARI, PRIMER PUERTO DEL LXXXV CRUCERO DE INSTRUCCIÓN

Categoría: Noticias
Publicado el Viernes, 17 Enero 2014 20:47
Escrito por jeronimo
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El lunes 13 de enero comienza la semana y con ella las clases, parte esencial de nuestro adiestramiento a bordo. Empezamos una nueva rutina en la que tenemos que compaginar trabajos, vigilancias y estudios. Poco a poco vamos haciéndonos al barco. Ya no nos quedamos con cara de haba cuando escuchamos por megafonía: “Se va a cazar e izar la escandalosa del proel” o “de trinquete”, sabemos adónde ir y nos ponemos a las órdenes del suboficial del palo correspondiente.

Hoy por la tarde se cargan todas las velas altas, así que seguimos navegando a vela sólo con los cangrejos. Avanza la tarde, llega la noche: serena y sin novedad; unos entran mientras otros salen de guardia. De los que entran unos van al puente, otros a cubierta e interior, y por otro lado los más afortunados ya pueden irse a descansar, mañana otro día nos espera.

El martes comenzamos el día con otro baldeo al alba; diana, diana… el sonido del chifle rompe el silencio, todos en pie. Hasta ahora nos ha acompañado buen tiempo. Gavieros al pie de la jarcia para hacer la Descubierta….

 Ya muchos de nosotros se aventuran a subir a los palos como uno más de la dotación… porque, ¡Qué orgullo ver como uno de los nuestros está ahí arriba del todo, echando una mano para aferrar las velas! No podrán decir que no nos hemos integrado, ya no sólo vamos conociendo el nombre de los compañeros, sino que también el de los cabos y drizas de los cabilleros y propaos, que no es poco.

Por la tarde hemos tenido una clase de maniobra práctica especialmente larga. Hemos estado dando las escandalosas y los estays hasta las 20:30. Nos encontramos aproximadamente a unas doscientas millas náuticas de la isla de Cerdeña; mañana estaremos más cerca de nuestro destino.

El miércoles amanece un poco nublado y han bajado las temperaturas: ya hay que abrigarse hasta las cejas. Por las mañanas se ve claramente en las caras de los compañeros quién ha tenido alba, quién media y quién prima. Vamos haciendo acopio de horas de sueño como podemos, pero el ánimo no decae… Seguimos adelante, nuevamente a clase y a echar una mano en todo lo que haga falta.

Esta tarde transcurre con relativa tranquilidad hasta instantes posteriores al ocaso, cuando junto a los Guardias Marinas los que estamos de guardia y personal de la dotación con puesto en los palos cargamos las velas altas. Parece que el viento y la mar empeorarán a lo largo de la noche, como es bien sabido, más vale prevenir que curar.

Después de una semana navegando, el jueves: “¡Tierra a la vista!”. Tras romper filas en Revista de policía a primera hora, Maniobra General para cargar y aferrar todas las velas. Toda la dotación se implica para que el velamen quede perfectamente adujado en los palos.

Además, un fondeo por la proa para preparar el barco y así entrar a nuestro primer puerto como sólo lo sabe hacer el “Juan Sebastián de Elcano”, siempre impecable. Se respira el ajetreo en el ambiente: un compañero con pintura y brocha para allí, un repostero con copas impolutas para allá; mientras, nosotros disfrutamos de las vistas y la fresca brisa que sopla en la Bahía de Cagliari.

Paseamos por la cubierta durante la guardia, pero nunca dejando nuestras funciones de lado: arriamos las embarcaciones de los dos costados para hacer pruebas de los motores y un reconocimiento de casco. Este da pie a que espectadores se acerquen a tomar fotos.

Pasa la mañana y por la tarde un ensayo de saludo a la voz. Es el primero y nos lleva tiempo formar a todos donde debemos. Por la tarde se imparte una conferencia de cultura y ocio por los Guardias Marinas. En ella nos comentan y nos dan información de cómo disfrutar la estancia en nuestro primer puerto del LXXXV Crucero de Instrucción.

Un poco de descanso y de vuelta a cubierta. Todavía hay gente ultimando los preparativos para la entrada en puerto. Y en un abrir y cerrar de ojos termina la guardia. Una más, o una menos, según se mire, quedando fondeados frente a la iluminada costa de Cagliari.