VIDA A BORDO, DEL 6 AL 10 DE FEBRERO DE 2015

Categoría: Noticias
Publicado el Sábado, 14 Febrero 2015 17:56
Escrito por jeronimo
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Finalmente, tras varios días “haciéndose de rogar”, llegó el gran momento, marcado de simbolismo, que todos esperábamos con tanta ansia y curiosidad.

Una circunstancia que, según dicen, marca un antes y un después en la vida de todo marino. A las 01:54 (hora local) de la madrugada, a la altura del meridiano 28 36,6W, el Buque-Escuela “Juan Sebastián de Elcano” cruzaba navegando a vela la línea divisoria entre los dos hemisferios. Hemos conseguido hacerlo navegando solo a vela desde el interior de la dársena del puerto de Las Palmas de Gran Canaria, de donde zarpamos hace ya dos semanas. Y es que este octogenario buque sigue batiendo récords y anotando hitos sobre sus velas. No fue fácil la tarea pues el viento en la Zona de Convergencia Intertropical era caprichoso y rolón y con un andar, lento pero firme, se sobrepuso a las encalmadas.

Para corresponder a tal festividad, la banda de música nos deleitó con una “diana floreada” al son de tambores y trompetas. Se respira una atmósfera de júbilo y camaradería a bordo. Siguiendo la costumbre, desde primera hora de la mañana todos los miembros de la dotación y alumnos se intercambian los galones entre ellos y, con buen humor, todos se disponen a actuar conforme a sus nuevos cometidos y responsabilidades.

A 10:30 horas de la mañana, el Rey Neptuno, Rey de océanos, mares y archipiélagos, emergió de los fondos marinos e hizo acto de presencia con su corte de ninfas. Neptuno, encarnado en el Cabo Primero más antiguo de la dotación, no embarcaba para hacer amigos, nada más lejos de la realidad, y así lo demostró el verdugo a la primera oportunidad. Tras “tomar el mando” de manos del Comandante, su objetivo era el de que los neófitos pagaran el demandado tributo por navegar por sus dominios y cruzar el Ecuador sin su previa aprobación. La ceremonia se celebró conforme al ceremonial marítimo y tuvo lugar en el alcázar, donde los neófitos aguardaban nerviosos oír sus nombres y ser bautizados.

El rito bautismal consistió en hacer pasar a los que nunca habían cruzado hasta ahora el Ecuador navegando, por una gran pila que contenía aguas del fondo de mares y océanos. Si por algún casual, alguno de los neófitos no mostrase coraje o valor suficiente para afrontar el rito bautismal, el verdugo del Neptuno se aseguraba por medio de sus esclavos que nadie evadiese el obligado tributo. Una vez rendidos los tributos al Rey Neptuno, cada novato recogía un certificado con la firma estampada del Rey Neptuno por el que todo bicho viviente de los fondos marinos lo tomaría como compañero, según los misterios de la Vieja Orden de la Mar.

Concluido el acto de bautismo, comenzó la comida en cubierta, buen  yantar para los hambrientos marinos recién bautizados. En este día las funciones estaban cambiadas, los marineros y cabos, que habitualmente tienen la tarea de hacer la comida, hoy dirigían el “cotarro” aunque los noveles “masterchef”, esto es sus jefes, no fallaron a la cita y el arroz con carne les quedó de escándalo.

Tras la copiosa comida, el Rey Neptuno autorizó que comenzaran los juegos y fue entonces cuando dio comienzo una reñida competición de tirasoga en cubierta. Representando las diferentes Brigadas y Cámaras, ocho equipos de ocho miembros cada uno se esforzarían ante el monarca con sudor y esfuerzo para intentar ascender al olimpo de los ganadores. Los participantes mostraban orgullosos sus curtidas manos y rozaduras en los costados como si de heridas de guerra se tratase. Finalmente, y tras auténticos y encarnizados enfrentamientos, la Brigada de Máquinas se hizo con el primer premio venciendo al equipo compuesto por guardiasmarinas en una reñida e igualada final aplaudida por el resto de la dotación.

Finalizada la entrega de premios, el Rey de los fondos marinos “devolvió” el mando del buque al Comandante, dando así por concluida una entrañable jornada que difícilmente escapará ya de nuestras retinas.

Con el recuerdo en nuestras mentes de lo que fue un día inolvidable, repleto de risas, compañerismo y diversión, nos levantamos un nuevo sábado en la mar dispuestos a continuar con nuestras responsabilidades y cometidos a bordo. La jornada comienza de buen cariz, con un amanecer despejado y temperaturas agradablemente calurosas.

En la cámara de guardiasmarinas tiene lugar a una fructífera clase de meteorología en la que se explica cómo arribar a las Indias navegando al viento con los vientos predominantes del Atlántico Sur. A continuación, Derecho Marítimo en la que aprendemos la legislación vigente del que será nuestro medio natural. Mientras tanto, en el comedor de marinería, los aspirantes a Cabo 1º refuerzan su formación en navegación y comunicaciones marítimas.

Para finalizar con la jornada lectiva, los guardiasmarinas realizan una exposición en su cámara. Nos muestran cómo se las tuvieron que ver los ilustres marinos Fernando de Magallanes y Juan Sebastián de Elcano para conseguir circunnavegar el globo terráqueo.

Tras la interesante conferencia sobre el marino español que da nombre a nuestro Buque-Escuela y su heroica hazaña, los guardiasmarinas, al igual que el resto de alumnos y dotación, se disponen a disfrutar del tan preciado tiempo libre para llevar a cabo sus quehaceres en la mar: preparar exámenes, leer, hacer deporte, mantener contacto con la novia y la familia, etc...Por la noche se proyecta cine en cubierta, actividad que nunca deja indiferente a dotación y alumnos, debido al excepcional entorno.

La mañana dominical se presenta como una de intenso estudio para los guardiasmarinas que exprimen sus neuronas para sacar adelante el examen de la ardua asignatura de Diseño de Máquinas del día siguiente. También para los aspirantes a Cabo Primero con varios exámenes por la proa. Eso sí, siempre hay un hueco para asistir al concierto de mediodía de la banda de música.

La jornada prosigue con un breve período de descanso hasta que llega la hora de la comida en cubierta para hacer disfrutar del sol y de la compañía de todos en un agradable día de verano. Tras la comida,  los alumnos y también parte de la dotación que prepara exámenes para su progresión profesional, prosiguen con los estudios con ánimos renovados, leyendo y practicando ejercicios en cualquier esquina de la cubierta para no dejar pasar de largo la oportunidad de estudiar al aire libre. Mientras, otros sencillamente disfrutan de las horas de solechan una partidita de cartas, enlazan con familiares y amigos vía whatsapp,....

Entramos así en la última semana completa del cruce del Atlántico, experiencia única particularmente para los aspirantes a Cabo 1º que cuentan los días para llegar a Río de Janeiro. Ya no sólo por ver tierra firme después de 27 días, sino también porque llega a su fin tan espectacular aventura de embarque en el “Juan Sebastián de Elcano”. Sensación agridulce, ya que por otra parte también desean regresar a sus casas y reencontrarse con su gente. No queda más que disfrutar, pues cada subida a los palos, cada maniobra, cada comida en el comedor, cada enseñanza práctica de la vida en la mar, cada minuto de navegación es de un valor incalculable y en nuestros futuros, personales y profesionales, viajaremos en nuestras mentes a este preciso momento, pensando que podríamos haber exprimido más cada milla que aquí navegamos.