VIDA A BORDO, DEL 30 DE ABRIL AL 5 DE MAYO DE 2015. CANAL DE PANAMÁ

Categoría: Noticias
Publicado el Viernes, 08 Mayo 2015 14:37
Escrito por jeronimo
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Con la terminación de las presentaciones, cada Caseta sacó su elaborado  plato, pues además de disfrazarse también había que comer: los Oficiales prepararon perritos calientes, los guardias marinas una sabrosa hamburguesa gourmet, la Brigada de Maniobra una rica paella de carne, la Brigada de Operaciones pollo asado con patatas y verduras, la Brigada de Aprovisionamiento churrascada, y la Brigada de Máquinas unas fresquitas “papas aliñás”. 

La fiesta transcurrió con normalidad hasta el ocaso, que concluyó la “Fiesta de las casetas” con un karaoke y una entrega de premios a la Caseta más original y divertida. Sin duda premio anecdótico, pues la verdadera finalidad de la fiesta es el disfrute y buen ambiente entre todos, que no faltó.

A la finalización del karaoke se hizo limpieza general de la cubierta con baldeo incluido, y todos nos retiramos a descansar después de un magnífico día de relajación.
Al día siguiente por la tarde fondeamos enfrente de la entrada del Canal de Panamá, en la Bahía de Balboa, tras nueve singladuras desde la salida del puerto del Callao. El fondeadero de espera estaba repleto de buques de gran tonelaje y la estampa era impresionante.

De madrugada arrancamos motor y levamos fondeo para,  una vez embarcado el práctico del Canal, poner proa al camino entre boyas que termina en aguas interiores del Canal. Además, en esta travesía nos acompañan el Encargado de Negocios de la Embajada de España en Panamá y su mujer, quienes no han querido dejar pasar la oportunidad de vivir tan emocionante experiencia.

Mientras nos aproximábamos a la angostura, se puede apreciar a lo lejos el asombroso “skyline” de los rascacielos que pueblan la ciudad de Panamá, proyectando sus sombras con los primeros rayos de sol. También pudimos observar algún fenómeno local en la entrada, como una gran ola que surgió de la nada y nos acompañó durante unos minutos por nuestra banda de babor, probablemente provocada por mareas y la poca sonda que había a ambos lados del canal.

Antes de llegar a la primera esclusa, la de Miraflores, pasamos por debajo de un puente colgante que une ambas orillas del Canal, el Puente de las Américas. A pesar de su considerable altura, a algunos nos dio la impresión de que los palos del barco apenas pasaron a unos metros de rozar el puente, impresionante.

Para tener una mejor visión del tránsito por las esclusas, se autorizó desde primera hora de la mañana la subida a los palos por parte de los Guardiasmarinas y dotación del barco. Muchos se subieron hasta las cofas y los penoles en la cruz acompañados de sus cámaras con la intención de obtener un hermoso recuerdo de esta experiencia única.

A casi dos millas se encontraba la esclusa de Miraflores, la primera esclusa que constaba de dos subidas hasta alcanzar el nivel del siguiente tramo del canal. Durante nuestra entrada en la esclusa estuvimos acompañados por un petrolero de mucho mayor tonelaje que nuestro buque. Entramos sujetos por varias mulas de remolque a popa y a proa, las cuales mediante unos cables bien tensados, algo ayudados por nuestro motor principal dando pequeñas paladas avante, conseguían meternos en la esclusa con precisión y delicadeza. Una vez dentro de la esclusa, se cerraron las enormes compuertas y se empezó a llenar ésta a gran velocidad, tanto es así que en cuestión de diez minutos estábamos en el siguiente nivel.

Tras pasar la primera y segunda esclusas, navegamos por la parte del canal más artificial, en la cual el canal se estrecha hasta tramos en los que solo se permite tráfico en una dirección.

En los alrededores del Canal se observaban todo tipo de marcas y ayudas a la navegación que definían claramente el camino a seguir,  a la vez que cortábamos la jungla centroamericana de sur a norte, observando todo tipo de aves y una bella biodiversidad natural. Tras pasar el Puente Centenario el Canal por fin comenzaba a ensancharse, haciendo la navegación un poco más serena.

Cuando llegamos al Lago Gatún se podían ver  una gran cantidad de barcos fondeados, esperando para entrar en la última de las esclusas, la esclusa de Gatún, y concluir así el paso entre Océanos. En esta última esclusa se descienden tres  niveles hasta alcanzar el nivel del mar en el Caribe.

Cientos de millas nos quedan hasta nuestro próximo destino, Veracruz, pero el impresionante recuerdo de la experiencia por el Canal de Panamá perdurará por siempre en nuestra memoria; ese recuerdo ya se ha hecho hueco al lado de las carcajadas y risas de la Feria de las Casetas, o de los increíbles Canales Patagónicos, o de las gentes y culturas tan dispares que llevamos conocidas. Pero dejando aún espacio para todo lo que nos queda, qué maravilla de viaje. De momento, proa a Veracruz