VIDA A BORDO.-25-9-2016.-ATRÁS QUEDÓ CABO VERDE

Categoría: Noticias
Publicado el Martes, 27 Septiembre 2016 21:27
Escrito por jeronimo
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Comienza el segundo día de navegación en el tránsito de Praia a Salvador de Bahía. El hecho de que estemos a domingo ameniza haber zarpado. No es que no queramos navegar, pero en un marino siempre existe una sensación de nostalgia cuando uno se aleja de costa, aunque sólo dure unas horas.

Quizás sea porque atrás queda la cobertura (aunque a bordo tenemos Internet), la posibilidad de ir a tomar una cerveza con los amigos, o porque nos alejamos de nuestros seres queridos. El caso es que esa “morriña”, como dirían los gallegos, ahí está sea cual sea el puerto del que zarpamos.

Al ser domingo da tiempo para dormir, jugar a algún juego, ver una peli, hacer deporte, etc. Y yo con tanto tiempo libre no he podido evitar pensar en el puerto que dejamos atrás: Praia, Cabo Verde.

La verdad es que no me esperaba gran cosa de Cabo Verde. Lo poco que me contaron del archipiélago es que las islas más atractivas estaban al norte, y nosotros íbamos a la isla de Santiago, al sur. Mal presagio…

El primer día pasó bastante rápido: la atracada, el saludo a la voz a la Embajadora de España, colocar los toldos, la comida y después a jugar un partido de fútbol con un equipo de militares caboverdianos. Les ganamos 4-3, aunque la cosa estuvo reñida hasta el final. Otros compañeros jugaron al baloncesto, aunque perdieron.

Ya de noche (aquí anochece a las 18:30) fue la recepción. Una vez más tuvimos la oportunidad de poner a prueba nuestras dotes diplomáticas: charlamos con miembros de otras embajadas y con militares y autoridades civiles de Cabo Verde.

El segundo día decidimos alquilar un coche e ir al norte de la isla, a Tarrafal. Habíamos hecho inteligencia el día anterior y los isleños nos aseguraban que el norte prometía mucho más. Y así fue.

70 kilómetros separan Tarrafal de Praia. En España tardaríamos media hora en recorrer esa distancia. Pero en Cabo Verde todo tarda más, es como si la isla se tomase su tiempo. No es que las carreteras estuviesen en malas condiciones, todo lo contrario. Había muchas curvas e incluso había que remontar algún que otro puerto de montaña. Y es que el pico más alto de la isla se encuentra a casi 1400 metros sobre el nivel del mar.

Los paisajes eran increíbles. Estamos en la estación húmeda y a pesar de ser una isla de origen volcánico, era como si hubiese caído un fino manto verde sobre toda la isla. Los montes eran muy escarpados. Desde luego en esta isla gobierna la naturaleza con total impunidad.

Al llegar a Tarrafal, después de dos horas afinados en el coche, nos llevamos una grata sorpresa. Una pequeña bahía con su playa de arena fina, muy fina. El agua estaba a la temperatura perfecta: fresquita, pero no fría. Y allí pasamos el día, en un lugar casi paradisíaco. Puede que la langosta que comimos ayudase a considerar aquel rincón un paraíso.

Al día siguiente decidimos alejarnos de Praia otra vez. Fuimos en nuestro cochecito a Cidade Velha, una pequeña aldea a unos 30 kilómetros al oeste de Praia. Saltaba a la vista el Fuerte Real de San Felipe que gobernaba el horizonte desde lo alto del monte; y a sus pies estaba el pueblo. Había además una iglesia y una catedral, aunque esta estaba en ruinas, culpa de los piratas que la arrasaron hace ya unos siglos.

Esta pequeña aldea estaba llena de historia. Resulta que el primer asentamiento portugués fue aquí y no en Praia. Y esta pequeña “ciudad” era un punto de paso de los exploradores portugueses en su camino a las Indias, donde embarcaban víveres y agua. Incluso los españoles a veces hacían escala aquí. Prueba de ellos es que Juan Sebastián de Elcano estuvo en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario.

Por la tarde fuimos a la playa de San Francisco, al este de Praia. La playa estaba desierta, puede ser debido a que la “carretera” (por no llamarlo camino) era bastante difícil. ¡Pero teníamos toda esa playa para nosotros solos! Algo impensable en España.

Esa fue nuestra última aventura caboverdiana. El balance es positivo. Cabo Verde es de esos destinos que no hubiese ido si no fuese por la Armada, pero la verdad es que me alegro mucho de haberlo conocido. Me alegro que no fuese como yo me la esperaba.

Vaya, se hace tarde ya. Va siendo hora de acostarme, que esta noche toca guardia de media