Empieza un nuevo día en aguas del Pacífico en demanda del puerto de El Callao, Perú.

La mañana comienza antes que de costumbre, ya que para poder realizar el examen final de Máquinas de Fluidos nuestra diana se ha adelantado algo más de una hora. La falta de sueño es notable en las caras de todos durante el desayuno pero no logra hacer mella en el ánimo de nadie. Como nos gusta decirnos antes de todos y cada uno de los exámenes: en peores plazas hemos toreado.

Tras el examen, el día continúa con una niebla francamente cerrada y fina llovizna, lo que unido al caldo gallego como primer plato en la comida hace que algunos nos sintamos hoy muy cerca de casa. Tras la comida, nos hemos echado una rigurosa siesta española, hoy más necesaria que nunca. Tras las dos horas de clase por la tarde, nos hemos despejado con las ya más que típicas partidas de mus, con juegos de mesa, viendo alguna película, leyendo o preparando las conferencias profesionales de mañana en el caso de los menos afortunados.

El miedo que había antes de embarcar a que las navegaciones largas trajesen casos de “mamparitis” y provocasen roces o mal ambiente entre nosotros nos parece ahora infundado.La convivencia sigue siendo tan buena como el primer día o incluso mejor y sabemos soportarnos, pasar ratos juntos en el reducido espacio del que disponemos y apoyarnos unos a otros. Estoy seguro de que somos la envidia del resto de promociones.

Tras la cena, la Unidad de música no ha defraudado con el concierto en cubierta. Al encontrarnos en Semana Santa, los habituales pasodobles han sido sustituidos por marchas típicas de estas fechas. Personalmente, la única que he reconocido ha sido la Saeta, por el poema de mismo nombre musicalizado por Serrat sobre esta melodía.

Finalizo el vida a bordo enviando un abrazo a mi familia, que sé que lee esto todos los días esperando encontrar mi nombre al final de la crónica. Ya queda menos para vernos de nuevo.

En la mar, a bordo del B/E "Juan Sebastián de Elcano", a 6 de abril del 2023, GM Boleas Francisco