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Categoría: Noticias
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Publicado el Martes, 25 Abril 2017 15:28
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Escrito por jeronimo
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Vida a bordo, 23 de abril de 2017
Es nuestro último día en Santo Domingo y a pesar de que lo afrontamos con ilusión (como siempre), también hay que reconocer que estamos un poco tristes, ya que nos despedimos de un país y de una gente que nos ha tratado de manera inigualable…
Así fue nuestra estancia en puerto:
El sábado, una vez atracados, tuvimos la oportunidad de visitar todo el casco antiguo de la ciudad con un guía turístico, que nos enseñó los lugares más emblemáticos de la ciudad y nos contó toda su historia. Ya por la tarde pudimos disfrutar de su gastronomía y del ambiente festivo de sus calles. Y por supuesto aprovechamos para comprar los diferentes regalos que traeremos de vuelta a España.
El domingo hubo jura de bandera a bordo, con presencia del Embajador de España en la República Dominicana, un acto que para los españoles residentes en este país, significó una oportunidad irrepetible de demostrar su amor a España.
El lunes visitamos la Academia Naval dominicana, que se encuentra en Santo Domingo. No solo pudimos ver como se forman y trabajan nuestros compañeros los dominicanos, sino que además, tuvimos un pequeño encuentro deportivo. En este encuentro, jugamos partidos amistosos, y muy igualados, de fútbol y baloncesto. Al final les dejamos ganar.
Por la noche el Embajador nos recibió en su residencia donde conocimos a gente muy interesante e importante en esta ciudad, con los que compartimos una agradable tarde. A muchos de ellos, le volvimos a ver el martes por la noche en la típica y tradicional recepción que realizamos a bordo en todos los puertos, acompañados de la animación que nos proporciona nuestra banda de música.
El último día, asistimos a una recepción en la Casa de España, a la que acudió de nuevo el Embajador así como muchos españoles residentes en este país y por supuesto la dotación del "Elcano". Esta vez, el ambiente era más distendido y relajado, donde comimos, charlamos y bailamos.
En definitiva, un puerto cargado de actividades y de ocio, en que el disfrutamos y exprimimos a lo grande Santo Domingo. No solo con las actividades que nos proporcionó el buque, sino también con sus calles y su gente. Sus playas paradisíacas de arena blanca con palmeras donde podías relajarte y disfrutar del tiempo maravilloso del Caribe. Fuimos a sitios como Boca Chica y la isla Catalina. Algún valiente se aventuró en visitar Punta Cana, a casi tres horas en coche.
Así transcurrió nuestra estancia en esta maravillosa isla. El día de la salida a la mar siempre es un día raro, porque abandonamos un puerto en el que nos gustaría quedarnos más tiempo pero a la vez miramos a lo que nos viene por la proa y ya tenemos ganas de llegar al siguiente puerto.
Y así ponemos rumbo al nuevo puerto, listos para estos días de navegación donde volvemos al trabajo y a las clases. Un ojo puesto en Nueva York y el otro en el recuerdo inolvidable que nos deja Santo Domingo.
¡Ojalá vuelva algún día!