Despuntan los primeros rayos del sol a bordo del buque-escuela "Juan Sebastián de Elcano", navegando en demanda del puerto de La Habana. Da comienzo una semana que traerá consigo nuevas experiencias tanto en la mar como en puerto. La dotación ansía ya pisar tierras cubanas.

Durante la mañana los Guardiasmarinas acuden a clase como es habitual y a continuación realizan deporte en cubierta, las condiciones meteorológicas son inmejorables para realizarlo, cielos despejados y temperatura muy agradable.

La comida, acto horario presidido por el Oficial profesor de Servicio, sirve de punto de reunión para todos los GGMM. Muchos conversan sobre las actividades realizadas durante el día y otros tantos ya piensan como organizar su estancia en puerto. Tras un breve descanso, toda la dotación acude a sus puestos tras el toque de Maniobra general para el aferrado del aparejo. Dicha actividad consiste en preparar al buque para su entrada en puerto. A mitad de tarde se da por concluida la maniobra y todos vuelven a la rutina. 

Tras la cena, los alumnos suben al Alcázar para observar las estrellas calculando el problema de observación astronómica del crepúsculo vespertino. Finaliza otro día más en la mar, y los Guardiasmarinas se van a descansar para cargar pilas para el último día antes de llegar a Cuba.

El Ocaso tiene lugar de buena anochecida y horizontes claros. Poco después, como cada día laborable, se lee la Orden diaria para el día siguiente por el circuito de Órdenes Generales. Al finalizar se celebra el tradicional concierto en cubierta. La duración es de unos 20 minutos y eleva el ánimo y la moral de la dotación. Las damas y caballeros Guardiasmarinas se encuentran en periodo de exámenes, por lo que la mayoría de ellos permanecen en la Cámara estudiando hasta el toque de silencio. 

Con viento bonancible moderado del sureste, estado de la mar, marejadilla, buena visibilidad y horizontes claros, finaliza la singladura navegando a motor, a rumbo 290º, dando un andar de 5.5 nudos, sin mayor novedad.