La ansiada llegada al Caribe
Nos encontramos navegando a levante de la isla de Santa Lucía, el día comienza a las 3 de la madrugada con la, deseada por todos, guardia de alba y su respectivo momento de respeto para el aseo personal y el arranchado antes del comienzo de la jornada.
La vigilancia transcurre con normalidad, con sus trabajos pertinentes y los primeros movimientos por cubierta por parte de los panaderos. Pero en cuestión de minutos el viento comienza a arreciar y el buque a escorar. Nos hemos topado con un chubasco, algo muy común en esta zona, pero la perspicacia del personal de puente y cubierta hace que lo libremos rápidamente. Por suerte durante la noche se cargaron las velas altas y eso hace que el chubasco se aleje sin mayor preocupación que la caída de unas bandejas en cocina que forman un fuerte estruendo.
Poco después de las 7 bajamos a la Cámara de Guardiamarinas, ahí nos encontramos con nuestros compañeros y hacemos correr el rumor de la Maniobra general a las 8. Puntual como un reloj escuchamos por órdenes generales el aviso y subimos rápidamente para virar rumbo al paso entre islas y para modificar el aparejo. Algunos como mi compañero Eloy y yo tenemos la suerte de acompañar a los gavieros y subir a los palos para dar las velas altas. Desde arriba todo se ve diferente, las preocupaciones se limitan a lo que tienes justo delante de las manos y, por supuesto, las órdenes que nos llegan del Contramaestre desde cubierta. Las vistas son tranquilizadoras y la sensación de altura extrañamente reconfortante.
Tras acabar con la maniobra, bajamos para cambiarnos de uniforme y comenzar con las clases. Mientras estas transcurren algunos nos distraemos observando tierra por los portillos de la cámara, por primera vez desde la partida de Fortaleza. Las clases acaban con una nueva virada, esta vez para poner rumbo al oeste, entrar en el Caribe y continuar con la derrota prevista.
Tras la comida y el descanso, necesario para los que empezamos el día antes que el resto, continuamos con el periodo lectivo de la tarde. A diferencia de la mañana, esta vez con clases de ámbito militar. Al finalizar la jornada, tiene lugar la misa y, posteriormente, la oración junto con la lectura de la orden diaria.
En el espacio de tiempo libre hasta el reparto de la cena, algunos deciden ejercitarse mientras otros prefieren aprovechar para adelantar en materia de estudios. Después de la cena, momento que tenemos para reunirnos todos y comentar el día, tiene lugar el concierto y con su finalización la inmensa mayoría nos retiramos a descansar, mientras unos pocos se quedan en pie por compromisos académicos.
En la mar, a bordo del B/E "Juan Sebastián de Elcano", a 26 de febrero del 2024,
GM1º Javier Mestre Mora.